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Monumentos funerarios: El panteón de Joselito El Gallo


El arte podemos encontrarlo en cualquier lugar. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido a nuestros ojos. Este es el caso de los monumentos funerarios que quizás por su situación, no son tan conocidos ni visitados como debieran.

En esta ocasión nos vamos a detener en el Cementerio de San Fernando, de la ciudad de Sevilla, que bien puede ser considerado como un museo al aire libre, ya que en él se encuentran magníficos panteones que a su vez dotan al lugar de un especial simbolismo. Entre los sepulcros más sobresalientes, encontramos el del pintor José Villegas; el panteón López Solé (construido por Aníbal González en 1912), la tumba del gran Antonio Machín, el famoso Cristo de las Mieles (esculpido por Antonio Susillo) o el panteón del torero Joselito el Gallo, que hoy será nuestro tema de análisis.

Monumento funerario de Joselito el Gallo. Mariano Benlliure. 1925. Bronce y mármol.

La semana pasada se cumplían 100 años de la muerte de José Gómez Ortega, más conocido como Joselito el Gallo. Fue considerado como el torero más completo de la historia de la tauromaquia. No es de extrañar, ya que en su despedida se congregaron cientos de personas que querían mostrar sus respetos a uno de los personajes más conocidos de la época. Veamos unos breves apuntes de su vida.

José Ortega nació en la localidad sevillana de Gelves, un 8 de mayo de 1895. Era el hijo menor del torero Fernando Gómez “El Gallo” y de la bailaora Gabriela Ortega. Sus dos hermanos mayores también profesaron el mismo interés por el toreo, hecho que consolidó a la familia como dinastía taurina. A los 8 años de edad, Joselito comenzó a tentar las primeras becerras y, años más tarde, empezó a acudir a varios tentaderos junto a sus hermanos de ganaderías tan importantes como los Miura o las reses de Pablo Romero. 

Retrato de José Gómez y Ortega, "Joselito el Gallo". Foto de Antonio Esplugas.

Debutó como profesional a los 12 años, el 13 de junio de 1908 en Jerez de la Frontera, donde vistió su primer traje de luces. De inmediato impactó por su estilo, la capacidad del manejo de las dificultades de la lidia y su capacidad de entender las características de los toros que le tocaron lidiar. Estuvo de gira por Portugal y al regresar a España, se empezó a anunciar con toreros de suma importancia en plazas tan relevantes como la de Jerez de la Frontera, Sevilla o Málaga. Tomó la alternativa con apenas 17 años, el 28 de septiembre de 1912 de manos de su hermano Rafael Gómez, apodado “El gallo”, como su padre. Fue el primer diestro de la historia en superar la barrera de los cien festejos por temporada, lo que lo consagró como uno de los mejores de todos los tiempos.

La tarde del 16 de mayo de 1920, tras varias disputas por ver quiénes conformarían finalmente el cartel, Joselito se dio cita en la plaza de toros de Talavera de la Reina en un mano a mano con su cuñado, D. Ignacio Sánchez Mejías. El quinto toro de la tarde, Bailador, cogió inesperadamente al diestro. La cornada le produjo la muerte casi instantánea, pese a los esfuerzos de los médicos por reanimarlo. La noticia de la su muerte causó gran conmoción en la España de la época. 

D. Ignacio Sánchez Mejías llora la muerte de Joselito. 1920.

El duelo fue muy sentido y a la celebración de las exequias en la Catedral de Sevilla acudieron multitud de gentes, conocidas y anónimas, que mostraron su respeto por el diestro. Incluso la devoción de su vida, la Virgen de la Esperanza Macarena, se vistió de luto en la Parroquia de San Gil por primera y única vez, quedando para los anales una estampa histórica. Como dato reseñable, Joselito fue quien regaló las famosas “mariquillas” a la Macarena, traídas desde París para la Virgen de sus amores.

La Esperanza Macarena vestida de luto por la muerte de Joselito. 

Para darle digna sepultura en su ciudad natal, su cuñado y testigo de lo ocurrido junto a la familia del diestro, decidieron honrar su memoria con la construcción de un panteón que mantuviera vivo su recuerdo. Para ello, D. Ignacio Sánchez Mejías contactó con uno de los mejores escultores del momento, el valenciano D. Mariano Benlliure, afincado en Madrid. El encargo, aunque se realizó en 1921, no vería la luz hacia 1924. Estuvo expuesto previamente en el antiguo Palacio de las Bellas Artes, hoy Museo Arqueológico, y no sería emplazado en su lugar definitivo hasta 1926.

Se decidió encargar la obra a Benlliure porque era uno de los escultores más prolíficos del momento que, además, trabajaba el bronce y el mármol con una enorme pericia. Mariano Benlliure fue uno de los primeros artistas que dedicaron parte de su producción a las esculturas funerarias. A partir de este momento, esta tipología alcanzaría cotas importantes en la España del s. XIX y XX. Algunas de sus obras más importantes son el monumento a Isabel la Católica en Granada, la estatua ecuestre del rey Alfonso XII en el Parque del Retiro de Madrid, o la capilla de la familia Yanduri en la Catedral de Sevilla, entre otras. Sin embargo, una de sus mejores y más expresivas obras es ésta que nos ocupa, la tumba de Joselito o también conocido como El cortejo fúnebre de Joselito el Gallo.

Situada en la calle Fe, lado izquierdo, Benlliure plasmó en esta obra, realizada en bronce y mármol de Carrara, las escenas vividas durante el entierro del diestro, que le sirvieron de fuente de inspiración. Se representa el momento exacto en que el cadáver de Joselito es trasladado a hombros hasta su última morada. El escultor toma, sin lugar a dudas, la inspiración en los sepulcros borgoñones del s. XV, donde los personajes se colocan alrededor del féretro, aunque también nos recuerda en estética a la escultura contemporánea, con el ejemplo más claro en el conjunto de “Los burgueses de Calais”, de Auguste Rodin.

Los burgueses de Calais. Auguste Rodin. 1889. Bronce.

El juego de materiales no tiene otro fin que el de resaltar la figura del torero, cuyo cuerpo y rostro es lo único tallado en mármol del sepulcro. Así también se consigue que la mirada del espectador vaya directamente hacia el difunto.

En cuanto a la representación del cortejo, se realiza tomando los modelos costumbristas de la época y que tan relacionados estaban con el mundo de la tauromaquia. Benlliure aprovecha el trágico suceso para reunir en el cortejo a todas las clases sociales del momento, demostrando así que no existía división social ante la muerte. Igualmente, el autor distingue las diferentes edades del hombre, mostrando en la obra la infancia, la juventud y la madurez. Benlliure, para mostrar además su capacidad como escultor, realizó una serie de retratos dentro de los personajes que se incluyen en el cortejo. Por ejemplo, se identifican al ganadero Eduardo Miura, reconocible por sus grandes patillas, y tras él a D. Ignacio Sánchez Mejías, que clama al cielo por la muerte de su cuñado. La mujer que porta la miniatura de la Virgen de la Esperanza Macarena parece ser la gitana María, esposa del cantaor Curro de la Jeroma.

Detalle de María portando la miniatura de la Virgen de la Esperanza Macarena.

El rostro del difunto parece estar tomado de una mascarilla funeraria. El finado aparece en el ataúd abierto, cuyo cuerpo se cubre por una sábana, tal y como se mostró el día de su fallecimiento. El féretro se cubre a su vez por el capote de paseo del diestro, apreciándose en él incluso los detalles del bordado.

Detalle del rostro del torero, realizado en mármol.

Los personajes que portan y acompañan a Joselito están ataviados con trajes típicos de la época, mostrándose las mujeres con vestidos cargados de volantes y encajes, que cubren sus hombros con mantones y recogen su pelo en moños bajos con ondas marcadas, peinado típico del momento en Andalucía. Los hombres visten con ropa campera y sombreros de ala ancha, que portan en sus manos en señal de respeto. Sólo el personaje que representa a Miura aparece revestido con los zajones típicos de su profesión de ganadero.

Detalles de las vestimentas de las personas que acompañan al sepulcro, así como la representación de la juventud.

El monumento fue colocado sobre la cripta que cobijaba los restos de Joselito y sus familiares, elevado sobre un pedestal pétreo. Además del torero, también están enterrados allí su hermano Rafael Gómez Ortega, su sobrina Dña. Gabriela Ortega Gómez, su cuñado D. Ignacio Sánchez Mejías, su esposa, su hijo y uno de sus sobrinos.

Detalle de la Lápida de Joselito el Gallo.

Como dato curioso, a día de hoy, todos los 16 de mayo se sigue guardando un minuto de silencio en memoria de Joselito en aquellas plazas de toros dónde hay festejo, como por ejemplo la de las Ventas, en Madrid, señal de la importancia que aún sigue teniendo esta figura clave en la historia del toreo. 


Fuentes

Imágenes
Imagen 1: Wikipedia

Recursos electrónicos
Documental "Trágica muerte de Joselito", de la Filmoteca Española (1912), con interesantes imágenes de Joselito toreando, así como de la multitud que acompañaba al féretro cuando llegó a Sevilla. 

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