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Mostrando entradas de junio, 2020

Juan de Mesa y el Cristo del Amor

Nos encontramos de nuevo en la Sevilla del Barroco, concretamente en el siglo XVII, donde la ciudad continúa con la renovación urbanística ya iniciada en el siglo XVI y además vive un gran esplendor artístico, cuyo motor principal será el fervor religioso. Las ideas que nacen con la Reforma Protestante hacen que se multipliquen las manifestaciones religiosas, en muchos casos, a través de las artes. Aunque parece ser que ya había existencia de cofradías en Sevilla desde el siglo XIII, como agrupaciones de fieles que vivían la religiosidad en modo discreto, no será hasta mediados del siglo XVI, cundo el Concilio de Trento recomendó sacar pasos a la calle para llegar a más fieles, momento a partir del cual las hermandades empezaron a portar sus imágenes. Es por ello que en estos años se sucede una enorme demanda de imágenes procesionales, bien fuesen de nazarenos, crucificados, dolorosas, etc. Uno de los escultores más afamados y con gran cantidad de producción para la ciudad

Montañés y el arte de la retablística

Cuando hablamos de Juan Martínez Montañés, pensamos en esculturas como Nuestro Padre Jesús de la Pasión o el Cristo de los Desamparados. Sin embargo, además de ser un prolífico escultor, también dedicó gran parte de su vida a la realización de retablos. Aunque el maestro supo crear sus propios diseños, en ocasiones también hizo retablos trazados por otros artistas, siendo la más completa de sus colaboraciones en este campo la que tuvo lugar con Juan de Oviedo y de la Bandera. Es por ello que las últimas décadas del s. XVI y las primeras del XVII, supusieron una edad de oro para el retablo sevillano, tanto por la abrumadora cantidad como por su elevada calidad e inmensa proyección americana. Montañés fue el más reconocido de todos los retablistas de la época, debido a su excelente calidad escultórica, a su refinada y sutil decantación de la estructura arquitectónica de sus retablos y a la perfecta adecuación de sus imágenes a las ensambladuras que las albergaban. Su obra es un gra

Reminiscencia: el estilo neomudéjar

Velázquez y la mitología: Las hilanderas

Sevilla fue en el siglo XVII, después de Madrid, el centro artístico más importante del Imperio Español. A principios de siglo, Sevilla seguía siendo la ciudad mercantil más importante, pues desde ahí se desarrolló un floreciente comercio con las Indias, las colonias españolas en ultramar, tras la colonización del continente americano. Los artistas españoles barrocos (sobre todo los pintores), bien merecen un capítulo destacado en cualquier libro debido a su riqueza compositiva, creatividad y genialidad. Influidos tanto por el tenebrismo italiano como, más tarde, por el colorismo y la luminosidad de los países septentrionales, ponen su arte al servicio de la Iglesia y de la corte. Abundarán los temas religiosos y los retratos de miembros de la familia real y de la corte. Dentro de estos nombres, destacamos hoy a uno de los pintores más célebres, Velázquez. Velázquez desarrolló un estilo realista y naturalista, mostrando un dominio perfecto de los colores y la incidencia de la l