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Bramante y su tempietto: el edificio perfecto

El 11 de abril de 1514 falleció en Roma Donato di Angelo di Antonio, conocido como Bramante. Este arquitecto italiano fue el encargado de introducir el estilo del primer Renacimiento en la ciudad de Milán, pero la culminación de su carrera ocurrió en Roma donde tocó el cielo renacentista con su arquitectura. Si aún no sabes de quién te estamos hablando, te diremos que fue él quien realizó el planeamiento de la basílica de San Pedro en el Vaticano, siendo su diseño el origen de toda la explosión artística que vino después. Pero antes de hablar de su obra, vamos a conocer un poquito sus orígenes y los tiempos en los que le “tocó” vivir (afortunado artista nacido en Italia en pleno Renacimiento).

Templete de San Pietro in Montorio

¡Ay… Renacimiento! En esta época se produjo una ruptura con los modelos arquitectónicos de la Edad Media, se abandonó el estilo gótico y se empezó a construir basándose en nuevos cánones y un nuevo espíritu: el Humanismo. Se alteraron todos los aspectos de la vida de las personas, colocando al hombre en el centro del universo y recuperando los ideales clásicos, ¡comenzó la Edad Moderna! Todos estos cambios derivaron en un nuevo estatus para el artista con la aparición de mecenas, que pagaban y promovían el arte, en una ciudad que fue germen de todo: Florencia.


Bramante nació cerca de Urbino en 1444, cuando ya se había concluido la cúpula de la catedral de Florencia, hecho que inició el Renacimiento. Tras años de estudios, se desplazó a Milán, que tenía arraigada una profunda tradición gótica, y allí erigió varias iglesias que fueron ejemplo del nuevo estilo. Una de las más conocidas es la iglesia de Santa María Presso San Sátiro (1482-1486), donde colocó su famoso trampantojo al fondo del altar, creando un falso ábside con una perspectiva fingida. También hizo obras en Santa María delle Grazie (1492-1499), famosa por albergar en su refectorio la célebre pintura de da Vinci: La última cena. Por tanto ya tenía asimilada la arquitectura intelectual de Brunelleschi (cúpula de la catedral de Florencia) y la arquitectura experimental de da Vinci (Milán). Y con más de cincuenta años decidió ir a Roma a protagonizar la culminación de esa síntesis.


Interior de Santa María Presso San Sátiro

Fue en la Ciudad Eterna donde el Humanismo alcanzó su verdadera plenitud, momento en que Roma se convirtió en capital religiosa de occidente, y su papel como foco de peregrinación se afianzó a principios del siglo XVI cuando coincidieron dos personajes que propiciaron los mejores proyectos del momento: el papa Julio II y el arquitecto Bramante. Y como si de una alineación de astros se tratara, estos dos señores se unieron en el lugar (Roma) y el momento (Renacimiento) adecuados, solo faltaba una oportunidad que permitiera generar la obra perfecta y que fue otorgada por los Reyes Católicos en 1503.

Templete de San Pietro in Montorio (1502-1510)

Isabel y Fernando decidieron conmemorar el martirio de San Pedro encargando la construcción de un pequeño edificio a Bramante. En un patio cuadrangular de la iglesia de San Pietro in Montorio, Bramante coloca su “tempietto” como exvoto por el fallecimiento del heredero de los Reyes Católicos, el príncipe Juan de Aragón.


Plantas, alzado y sección del templete de San Pietro in Montorio


Como buen edificio renacentista, elimina los elementos superfluos y decorativos buscando la monumentalidad basada en la simplicidad y armonía: la esencia de la antigua Roma. Bramante recreó un “templo” circular de muy pequeñas dimensiones, conocido en la antigüedad como Tholos. Su espacio está dividido en tres niveles: la cripta (subterráneo) representa la primitiva iglesia romana de las catacumbas y el martirio del apóstol; la capilla (terrenal) representa la iglesia militante; y la cúpula (celestial) representa la iglesia triunfante. En el centro del edificio dejó un agujero abierto, que no podía edificarse ni pisarse, donde la tradición situó la crucifixión de San Pedro.

Todo el exterior está formado por 16 columnas de orden dórico (simplicidad) que sostienen el entablamento coronado por una balaustrada y rematado por la cúpula semiesférica (media naranja, símbolo también de la simplicidad del Renacimiento).


Imagen exterior desde la entrada del patio

El templete se ve al traspasar la puerta del patio, a una distancia tan pequeña que nuestra visión puede apreciar exactamente la medida de todos los elementos. Por esta razón, la cúpula interior es semiesférica, pero exteriormente está peraltada (más alta) para evitar que se vea achatada, lo que nos indica que Bramante dominaba a la perfección el control y la corrección visual: la perspectiva. Fue diseñado para ser contemplado desde el exterior.

El edificio causaría tal expectación que algunos tratadistas lo recogieron como la mejor obra de su tiempo, llegando a decir que “Bramante había sabido sacar a la luz la belleza de los antiguos”. Es la culminación de todo lo que estaba aconteciendo en aquella época, todo el edificio girando en torno a un punto central, controlado y medido perfectamente para ser el manifiesto de la nueva arquitectura.

Este proyecto supuso un ensayo, una prueba que el papa Julio II le hizo a Bramante y que consiguió superar con éxito; pues en su cabeza rondaba un encargo de dimensiones colosales, la obra arquitectónica más grande del siglo: la construcción de la nueva basílica de San Pedro.

Pero esto ya es otra cosa…

Fuentes:
Imagen 01: Christian Gil - Flickr
Imagen 03: 4.bp - Blog
Imagen 04: Comentarios de Arte - Blog

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