Ir al contenido principal

La última cena de da Vinci: un fracaso técnico

Es una de las pinturas más famosas del mundo quizás por los enigmas que, dicen, encierra. Da Vinci no era un artista al uso, ya hemos podido conocer por publicaciones anteriores que era bastante peculiar. El hecho de que hoy día se conserven muy pocas obras suyas no tiene nada que ver con que hayan ido desapareciendo, es porque simplemente sólo terminó unas veinte en toda su vida, de ahí que sus obras sean tan valoradas. El problema no era que no trabajara o que trabajara poco, sino que estaba constantemente iniciando nuevos proyectos y abandonaba los anteriores, que raramente acababa. La pintura de la que os vamos a hablar hoy sí que la terminó (fue de las pocas), pero no estaba hecha para durar. Él tenía esas cosas.

La Última Cena, Leonardo da Vinci (1495-1498). Refectorio de Santa Maria delle Grazie, Milán

Os presentamos la obra que ha traído de cabeza a sus conservadores durante siglos y siglos (alguno se habrá acordado de la familia de da Vinci más de una vez). La última cena (Il cenacolo) es una pintura mural realizada entre 1495 y 1498 por Leonardo da Vinci. Si decimos "pintura mural" significa que está hecha en una pared, por lo que, en la mayoría de los casos, no puede moverse de donde se pintó (decimos en la mayoría de los casos porque en la historia del arte existen auténticas hazañas en lo referido al desplazamiento de obras de un sitio a otro). Al ser inamovible convierte al lugar en que se encuentra en "el afortunado edificio que alberga La Última Cena". Pero no vamos a quitarle mérito al convento de Santa María delle Grazie en Milán, un fantástico conjunto renacentista terminado por Donato Bramante en 1490 (Templete de San Pietro in Montorio, Basílica de San Pedro en el Vaticano) y que la UNESCO incluyó en 1980 en su lista de Patrimonio Mundial. 

El duque de Milán Ludovico Sforza había mandado erigir una iglesia en el convento dominico de Santa María, cercano a su palacio. En el refectorio del mismo lugar había ya pintada una crucifixión de Montorfano en cuya parte inferior Leonardo había añadido el retrato de los donantes: Ludovico, su esposa y sus dos hijos. Esta fue una especie de prueba de destreza antes de lanzarse con la gran tarea que se le venía encima, pues existen documentos que hablan de un primer encargo hacia 1494. 

Visitas limitadas para contemplar La Última Cena

Aquí vamos a hacer una pequeña pausa. En aquella época la técnica más empleada para pintar sobre paredes era el fresco. El fresco se realizaba sobre una superficie cubierta con dos capas de mortero de cal, la primera de mayor espesor (cal, arena y agua) y la segunda más fina (cal, polvo de mármol y agua). Sobre esta segunda capa se iban aplicando los pigmentos cuando esta todavía estaba húmeda, por lo que básicamente ¡había que correr! Las pinturas al fresco se ejecutaban en jornadas de 8 horas, ya que la cal se secaba y no admitía correcciones ni más pigmentos (lo que se pintaba se quedaba pintado). Uno de los más virtuosos de las pinturas al fresco era Miguel Ángel, porque pintaba muy rápido y seguro. Pero Leonardo no era así, él necesitaba rectificar mucho, se pensaba muy bien las pinceladas, era lento, se distraía, pasaba a investigar otras cosas... el fresco no era para él. Así que decidió probar una nueva técnica: el temple y óleo sobre yeso seco. 

El temple (mezcla del pigmento con grasa) estaba mejor, le permitía demorarse durante años en una obra. Cuentan que podía verse a Leonardo pintando como una furia un día y otros pasar horas solo mirando, paseando por la ciudad, buscando la cara de Judas... El prior del convento empezaba a impacientarse por lo que fue a quejarse al duque que llamó al pintor pidiéndole que acelerara el trabajo. Pero las prisas no iban con él. Leonardo prefería dotar a sus figuras de la mayor diversidad posible, movimiento y contraste. Esto es lo que terminó dándole la riqueza a La Última Cena: Judas el malvado, Juan el bello, cabezas ancianas y jóvenes, personas excitadas y otras tranquilas...

Cuando acabó, la pintura fue alabada como una gran obra maestra, aunque él nunca la dio por terminada y declaró que tendría que seguir trabajando en ella. Su fama le hizo ganarse el título de "primer maestro de Italia" y, al correrse la voz, muchos artistas empezaron a acudir desde muy lejos al refectorio de Santa María delle Grazie para mirarla con detenimiento. Cuentan que el mismo rey de Francia, al entrar en Milán, acarició la idea de desprender la pintura de la pared y llevársela a su país (finalmente acabó llevándose al genio). 

Detalle de la figura central de La Última Cena, donde se puede apreciar el deterioro

A los pocos meses de terminarla se empezó a poner en evidencia la obra, pues ya había empezado a desprenderse de la pared. Desgraciadamente, el experimento del óleo sobre yeso seco provocó un rápido deterioro hacia 1500, necesitando numerosas restauraciones. La controversia estaba servida. Leonardo, en vez de utilizar una técnica fiable como el fresco, que exigía una rapidez impropia de él, experimentó con diferentes agentes aglutinadores que fueron afectados por el moho y se escamaron.  En 1977 se inició un programa de recuperación mediante técnicas modernas que han permitido ver algunas mejoras, aunque, a día de hoy, la mayor parte de la superficie original se ha perdido. 

Análisis de la obra

La escena recrea la última cena de Pascua entre Jesús y sus apóstoles según el relato descrito en el Evangelio de Juan, capítulo 13. Como ya hemos explicado antes, Leonardo no temió hacer las correcciones necesarias para dotar a la obra de total naturalidad y verosimilitud, algo poco visto en la pintura mural al fresco de la época. En esta versión de la cena, el autor quiso mostrar la reacción de los discípulos en el momento justo en que Jesús anuncia que va a ser traicionado por uno de ellos. 

En Los cuadernos de Leonardo da Vinci se identifican los personajes que aparecen en tríos a excepción de Jesús. De izquierda a derecha serían: 
  • Grupo 1. Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés. Todos están aparentemente horrorizados.
  • Grupo 2. Pedro visiblemente enojado, Judas Iscariote que agarra una bolsa, y Juan con aspecto afeminado parece estar a punto de desmayarse.
  • Grupo 3. Tomás claramente agitado, Santiago el Mayor se muestra aturdido y Felipe que parece estar pidiendo explicaciones.
  • Grupo 4. Mateo, Judas Tadeo y Simón.

Grupo 1. Bartolomé, Santiago el menor y Andrés.

Destaca el hecho de que Judas, a diferencia de la tradición iconográfica, no esté separado del grupo, sino que se encuentra integrado entre los comensales, junto con Pedro y Juan. Además Pedro parece señalar el cuello de Juan como simulando una decapitación. También sorprende que Leonardo pone en manos de Pedro un cuchillo, aludiendo a lo que ocurrirá después en el prendimiento de Cristo. 

Grupo 2. Pedro, Judas Iscariote y Juan

La técnica usada para el dibujo es la perspectiva lineal, característica propia del Renacimiento. El foco principal será Jesús, hacia el que todos se dirigen, centro de referencia de la composición. El uso también de una arquitectura fingida en el fondo de la obra crea la ilusión de que el espacio del refectorio se amplía para incluir a estos comensales. 

Otro de los elementos propios del Renacimiento es el uso de ventanas, que permitían introducir una fuente de luz natural y profundidad espacial. La iluminación de la obra proviene de las ventanas que se encuentran al fondo, detrás de Jesús la de mayor tamaño para darle importancia al personaje. Así Leonardo los humaniza al no usar el típico halo de santidad que normalmente se colocaba en torno a la cabeza de Jesús o los santos. 

Al fondo se aprecian las ventanas, de mayor tamaño la que enmarca la figura de Jesús

De acuerdo con algunas investigaciones, se cree que Leonardo intentó representar la triada platónica (verdad, bondad y belleza) en la obra, agrupada en tres de los grupos. Así, el grupo de la derecha representaría la verdad de Cristo, donde estos tres personajes discuten, pareciendo uno de ellos el mismo Leonardo da Vinci. 

Grupo 4. Mateo, Judas Tadeo y Simón

El otro grupo podría representar la Santísima Trinidad a través de los gestos de los apóstoles. Tomás señala al cielo, Santiago extiende sus brazos evocando la cruz y Felipe se lleva las manos al pecho, como señal de la presencia del Espíritu Santo. 

Grupo 3. Tomás, Santiago y Felipe

Otro de los aspectos curiosos de la pintura y que todo el mundo se pregunta es ¿dónde están los pies de Jesús? Esto no tiene mayor misterio, ya que Leonardo sí que los pintó, pero hacia 1650 a algún listillo de turno se le ocurrió la idea de abrir una puerta en esa pared y se llevó por delante los pies del mesías. 

A los pies de Jesús se aprecia el hueco que se intentó abrir para la puerta, eliminando parte de la pintura.

Pero sin duda, lo que más expectación provoca es saber si realmente María Magdalena está retratada en la pintura. En sentido canónico se podría afirmar que quien se encuentra a la derecha de Jesús es el apóstol Juan, apodado "el imberbe", que por sus facciones femeninas y el cabello algunos teóricos han llegado a argumentar que se trata de María Magdalena. Esto, sin embargo, no deja de ser una hipótesis reforzada por algún que otro best seller de Dan Brown. Nosotros preferimos dejar que cada uno saque sus propias conclusiones. 

Sin duda Leonardo da Vinci es un personaje complejo y lleno de misterio, sus obras así lo han demostrado durante siglos. El hecho de que La Última Cena esté desapareciendo poco a poco nos hace indicar que, al final, la belleza es efímera, y que el arte, como todo lo bello, puede terminar desapareciendo. Si alguna vez viajáis a Milán, recordad reservar con tiempo la visita a Santa María delle Grazie, pues los grupos son reducidos y el tiempo muy limitado, medidas necesarias para poder conservar la obra el mayor tiempo posible.

Fuentes:
Muy interesante - Curiosidades sobre Leonardo da Vinci
Cultura genial - La última cena de Leonardo da Vinci
Super curioso - Curiosidades sobre La última cena
Imágenes: 
Charlarte. La última cena, obra maestra de Leonardo da Vinci 
Antonio Virgil - Pinterest. El mural de Leonardo da Vinci

Comentarios

Entradas populares de este blog

Monumentos funerarios: El panteón de Joselito El Gallo

El arte podemos encontrarlo en cualquier lugar. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido a nuestros ojos. Este es el caso de los monumentos funerarios que quizás por su situación, no son tan conocidos ni visitados como debieran. En esta ocasión nos vamos a detener en el Cementerio de San Fernando, de la ciudad de Sevilla, que bien puede ser considerado como un museo al aire libre, ya que en él se encuentran magníficos panteones que a su vez dotan al lugar de un especial simbolismo. Entre los sepulcros más sobresalientes, encontramos el del pintor José Villegas; el panteón López Solé (construido por Aníbal González en 1912), la tumba del gran Antonio Machín, el famoso Cristo de las Mieles (esculpido por Antonio Susillo) o el panteón del torero Joselito el Gallo, que hoy será nuestro tema de análisis. Monumento funerario de Joselito el Gallo. Mariano Benlliure. 1925. Bronce y mármol. La semana pasada se cumplían 100 años de la muerte de José Gómez Ortega, más

Botticelli: el hombre que puso rostro a Venus

En la Florencia del siglo XV, un tal Alessandro Filipepi vino a nacer en el seno de una familia de curtidores de pieles. Universalmente conocido como Sandro Botticelli, fue el creador de algunas de las obras mas emblemáticas del Renacimiento italiano (seguro que muchas ya os suenan). Parece ser que el pequeño Alessandro tenía una salud delicada ya que existen documentos en los que su padre afirmaba, en una especie de declaración de la renta de la época, que su hijo de trece años era un enclenque. Nada hacía presagiar que este se convertiría en uno de los grandes maestros del Quattrocento y que sus obras serían reproducidas hasta el infinito. El nacimiento de Venus, Sandro Botticelli, 1484. Galería Uffizi, Florencia De cualquier forma, de joven debió ser talentoso ya que pronto sus vecinos se percataron de las cualidades de Botticelli. Y ¿quiénes eran esos vecinos? Pues nada más y nada menos que aquellos que daban apellido a su única musa: los Vespucci. Fueron ellos los que lo recomenda

Santa Ana y la Virgen: el desarrollo de una iconografía

En las vísperas del día de San Joaquín y Santa Ana, festividad que se celebra el día 26 de Julio, queremos hacer un recorrido por la iconografía de Santa Ana acompañada por la Virgen María. La festividad de Santa Ana es de gran importancia en muchos lugares. En Sevilla, por ejemplo, las localidades de Cañada Rosal y Dos Hermanas honran a la santa estos días con cultos y procesiones. A su vez, el barrio de Triana, vive sus días “señalaitos”, con la Velá de Santa Ana y la novena celebrada en honor de la misma en la parroquia del mismo nombre. Curiosos son los gozos que se celebran al dar comienzo el día de la festividad de Santa Ana. Desde el campanario de la parroquia, a las doce en punto de la noche, se encienden unas luminarias al mismo tiempo que la banda de las Tres Caídas interpreta la “Nana de la Señá Santa Ana”. Por ello, la tradición de representar a la madre de la Virgen no es nada casual. Parece ser que el tema de Santa Ana tuvo su fuente en los Evangelios Apócrifos. Su dev